Trato
Tomas el arma. Estás decido, vas a matar al maldito presidente, de todos modos, no es algo importante para ti, nada como que Lola te deba ese favor tan grande.
-¿A dónde hay que ir?
Lola te sonríe y sus ojos se achinan un poco. Qué linda está.
-Vamos al helicóptero.
Una vez llegan a la nave, Lola te indica que debes viajar solo con una chica rubia. Te decepcionas. Solo querías tiempo con ella. La charla la haría entrar en razón. La sacarías de la laguna mental en la que se encuentra. Sin embargo, ella abordó otro helicóptero. Durante el recorrido la rubia intenta hablarte, se emociona con ridiculeces que ha cometido en esa secta. Por un momento crees que debes tirarte de ahí, para dejar de escucharla, su timbre solo te lastima los odios. Si hubieras sabido antes, que debías padecer aquello para matar al presidente, probablemente no hubieras aceptado. Que inteligente era Lola, había camuflado una prueba en otra. Por esos detalles es que la amas.
Es de noche, y vigilas la misma habitación desde hace ya seis horas, te recuerda a tus tiempos de búsqueda de Lola hace unos meses antes. El presidente no se ha quedado solo ni un segundo. Por tu parte ya hubieras acabado con todo, pero los principios de Proyecto V, te impiden actuar de forma libre. Y si no te sientes libre tú, nadie lo hará en ese colectivo de mierda. Ah pero Lola lo quería. La ansiedad no te deja esperar ni un poco más. Hace mucho que no ves a Lola. Comienzas a desconfiar, ¿y si sólo desea deshacerse de ti? ¿Cómo no lo previste? Esa perra experta en irse sin más. Irrumpes en la Casa de Nariño.
¿Dispararás a todo lo que se mueva o una vez adentro solo buscarás al presidente?
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